Etimológicamente, el término de
Foniatría viene del griego “phoné”,
voz, sonídos, e “iatros”,
médico,
y se utiliza a menudo en el sentido
restringido de medicina de las alteraciones vocales.
La voz es la consecuencia de la acción
combinada de una serie de órganos (laringe), músculos (intrínsecos y
extrínsecos), cartílagos (tiroides), huesos (hioides) y sistemas funcionales
(respiración). Es por tanto, no sólo la acción combinada de estos órganos sino
del cuerpo en su conjunto, de la postura que adoptemos, de la manera que
respiramos, aspectos en que el estado psíquico y emocional de cada individuo
juegan un papel importante. (Boone, 1990).
En el ser humano, sin duda, la voz se sitúa al servicio de un
lenguaje común, y refleja única y exclusivamente al individuo: puede asegurarse
que desde el inicio de la humanidad no
han existido dos seres humanos que hayan tenido exactamente la misma voz. Como
el rostro y la escritura, la voz es el infalsificable reflejo de la
personalidad.
“Por ello es tan importante su estudio, y esto no
quiere decir que solo se van a observar los parámetros de la normalidad sino
también sus patologías, ya que creemos que si las conocemos no vamos a abusar de
nuestra voz y tomaremos conciencia de lo importante que es para nosotros.”
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